Hiroshima conmemora 80 años de la bomba atómica en medio de nuevas tensiones nucleares

Hiroshima guardó silencio este miércoles a las 8:15 de la mañana, hora exacta en que, hace 80 años, el avión estadounidense Enola Gay lanzó la bomba “Little Boy” sobre la ciudad japonesa. Aquel 6 de agosto de 1945 cambió para siempre el curso de la historia con una explosión que dejó unos 140.000 muertos por la onda expansiva, la bola de fuego y la radiación que persistió en el tiempo.
La ceremonia de conmemoración, realizada bajo un sol intenso en el Parque Memorial de la Paz, congregó a cientos de sobrevivientes, familiares de víctimas, estudiantes y delegaciones de más de 120 países y regiones, incluyendo por primera vez representantes de Palestina y Taiwán. El acto se desarrolló en un contexto inquietante: el aumento de tensiones militares globales y el uso de amenazas nucleares como herramienta de poder.

Visitantes oran en silencio frente al Cenotafio del Parque Memorial de la Paz, en Hiroshima, en vísperas de la ceremonia conmemorativa por los 80 años del primer bombardeo atómico del mundo. / AFP.
El horror permanece en la memoria viva
Yoshie Yokoyama, de 96 años, llegó en silla de ruedas junto a su nieto. Narró ante la prensa la pérdida de sus padres y abuelos a causa de la bomba. “Mi abuelo murió poco después del bombardeo. Mi padre y mi madre desarrollaron cáncer. Mis suegros también murieron. Mi esposo no pudo verlos cuando volvió del frente”, relató con voz quebrada.
Kunihiko Sakuma, quien tenía solo nueve meses cuando cayó la bomba y se encontraba a tres kilómetros del epicentro, afirmó: “Creo que la tendencia mundial hacia un mundo sin armas nucleares continuará. La generación joven está trabajando duro para lograrlo”.
Toshiyuki Mimaki, copresidente de Nihon Hidankyo —organización que agrupa a los hibakusha (sobrevivientes de los bombardeos) y que fue galardonada en 2024 con el Premio Nobel de la Paz— expresó: “Es importante que muchas personas se reúnan en esta ciudad afectada por la bomba atómica, porque las guerras continúan. Deseo que los representantes extranjeros visiten el Museo Memorial de la Paz y comprendan lo que ocurrió”.
Un llamado a la eliminación total de las armas nucleares
Kazumi Matsui, alcalde de Hiroshima, advirtió sobre “una tendencia acelerada hacia el fortalecimiento militar en el mundo”, refiriéndose directamente a la invasión rusa a Ucrania y los recientes conflictos en Oriente Medio. Por su parte, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, instó a que Japón asuma el liderazgo en la lucha por un mundo sin armas nucleares.
La ceremonia no fue solo un acto de memoria. Fue también un llamado urgente. El papa León XIV, en un comunicado difundido desde el Vaticano, alertó que “en nuestra era de crecientes tensiones y conflictos globales, Hiroshima y Nagasaki permanecen como recordatorios vivos de los profundos horrores causados por las armas nucleares”.
El secretario general de la ONU, António Guterres, fue aún más directo: “Las mismas armas que causaron tanta devastación en Hiroshima y Nagasaki son nuevamente tratadas como herramientas de coerción”.
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Un reloj cada vez más cerca del final
El Boletín de los Científicos Atómicos movió en enero el simbólico “Reloj del Apocalipsis” a 89 segundos para la medianoche, el punto más cercano a la catástrofe global desde su creación en 1947. El reloj mide el nivel de amenaza existencial para la humanidad, y había sido ajustado a 90 segundos tras la invasión rusa a Ucrania en 2022.
Actualmente, Estados Unidos y Rusia concentran cerca del 90% de las 12.000 ojivas nucleares del planeta, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Esta organización advirtió en junio sobre una renovada carrera armamentista nuclear.
En medio de esta tensión, el presidente estadounidense Donald Trump volvió a agitar la escena internacional este mes al declarar que había ordenado el desplazamiento de dos submarinos nucleares tras una disputa en línea con el expresidente ruso Dmitri Medvédev.
Hiroshima, símbolo de advertencia global
Ochenta años después, Hiroshima no olvida. Tampoco calla. Convertida en una ciudad símbolo de paz, con 1,2 millones de habitantes, sigue elevando su voz para recordar que las armas nucleares no garantizan seguridad, sino la perpetuación del horror.
Y mientras los líderes del mundo continúan cruzando amenazas, desde Hiroshima se escuchan miles de voces de advertencia gritando que la historia no debe repetirse.