Mesa de Análisis: ¿Plan de paz o tutela colonial? Disección al “Plan para Gaza” presentado por Trump

En Mesa de Análisis de RTVC Noticias, el jurista y analista internacional Víctor Guerrero sostuvo que el documento propone someter Gaza a un "colonialismo a ultranza", sin reconocer al Estado palestino.
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Trump y Netanyahu.
Foto: Aunque el documento afirma que Israel “no anexará ni ocupará Gaza”, Guerrero advierte que la promesa está diferida a un “futuro indeterminado”. / AFP.

El anuncio del “Plan para Gaza” volvió a situar a Oriente Medio en un escenario de extrema complejidad y contradicciones. Lo que para sus promotores, Trump y Netanyahu, sería una hoja de ruta de estabilización, para el invitado a la Mesa de Análisis de RTVC Noticias es un diseño de tutela extranjera con una puerta entreabierta a una ocupación de facto.

A partir de los 21 puntos del documento —presentado por Donald Trump y respaldado por Benjamin Netanyahu—, Guerrero describió una arquitectura institucional que desplaza a los actores locales y coloca a una misión internacional de seguridad en la cúspide de las decisiones. El control, dijo, recae en una conducción tecnocrática con control externo, ajena a la voluntad política palestina.

Desde esa mirada, el debate deja de ser político y aterriza en un dilema jurídico y humanitario: quién decide y bajo qué reglas se gobierna un territorio ocupado y devastado en medio de un genocidio.

Un plan sin interlocutor palestino

“El último en saber esos 21 puntos es Hamás, que fue dejado de lado durante todo el proceso y fue devastado para sacarlo como interlocutor”. Con esa frase, Víctor Guerrero enmarca su crítica principal: la ausencia de una contraparte política palestina con capacidad real de negociación. Hamás es una organización político-militar que mantiene el control del enclave y actor fundamental del conflicto, y su ausencia deja claro que no hubo negociación de por medio para sacar adelante la propuesta, lo que cambia el significado de la propuesta a un sometimiento.

Para el jurista, “es un documento característico de un colonialismo a ultranza, sin ningún tapujo y obsceno”. La figura de una fuerza internacional que asuma control y seguridad, liderada —según el documento— por referentes externos, presupone que el conflicto puede administrarse por fuera de las instituciones palestinas y sin mandato popular.

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Silencios sustantivos: víctimas, crímenes y representación

Guerrero cuestionó que el texto “está dejando de lado por completo la mención a los crímenes cometidos por Israel” y que “oculta de manera desvergonzada todo lo sucedido”. En su lectura, esto invisibiliza la centralidad de las víctimas y obstaculiza rutas de verdad, justicia y reparación.

“Está dejado de lado el pueblo palestino”, añadió, subrayando la ausencia de procesos políticos o electorales que permitan una representación legítima. “Es un esquema neocolonial, porque estamos después del proceso de colonización”, dijo, al insistir en que la fórmula de administración externa desatiende el principio de autodeterminación.

La conducción externa: Tony Blair, ¿árbitro o protectorado?

El analista calificó de “humillante e insultante” que el plan contemple a Tony Blair en el “consejo de paz”: “quien fue aliado de Bush en la invasión a Irak”. A su juicio, esto proyecta un protectorado internacional más cercano a intereses geopolíticos y económicos que a un arreglo de paz.

Guerrero fue más allá: “El exprimer ministro Blair es el jefe del protectorado internacional, que finalmente es un protectorado de los grandes inversionistas estadounidenses e israelíes en el proyecto de la ‘Riviera de Gaza’”. La mención apunta a iniciativas de urbanización pisoteando la dignidad de un pueblo acribillado por la brutalidad israelí. La idea de una ciudad milagro árabe construida con capitales de naciones que ejecutaron un exterminio en el territorio, resulta más que inaceptable.

Retiro condicionado, “zonas de seguridad” y una ocupación interina

Aunque el documento afirma que Israel “no anexará ni ocupará Gaza”, Guerrero advierte que la promesa está diferida a un “futuro indeterminado”. “Hay un plan de retiro de las tropas en tres fases”, señaló, pero Gaza estaría bajo el asedio de tropas israelíes en sus fronteras mientras operan las condiciones. “Está dicho ‘hacia el futuro’ […] pero queda subordinado a estándares internacionales […] que supervisaría esta fuerza internacional de paz”.

Para el jurista, “en el entretiempo está prevista la ocupación y esa es una violación clara de lo que en la Corte Internacional de Justicia se estableció sobre la ilegalidad de la ocupación del territorio”.

Naciones Unidas en la periferia y el problema del reconocimiento

Según Guerrero, el plan excluye un reconocimiento efectivo de un Estado palestino: “Aquí no hay un reconocimiento de estatalidad, ni de Estados Unidos ni de Israel”. El plan —dijo— supedita cualquier aspiración a cumplir metas de “desarrollo económico” y “pacificación”, además de ampliar el radio de acción de la fuerza multilateral.

Cuestionó también el rol asignado a Naciones Unidas: “La respuesta ha sido salir por la puerta de atrás con un documento completamente opuesto al espíritu de Naciones Unidas”, porque —según su lectura— la ONU quedaría relegada a supervisar ayuda humanitaria, sin incidencia en la arquitectura política del plan.

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Fronteras, mar y un mapa bajo tutela

Guerrero advirtió que el texto preserva una “zona de seguridad” alrededor de toda la Franja, con salida por Rafah hacia Egipto y sin claridad sobre la cuestión marítima, especialmente en relación con el bloqueo del enclave. Esta opacidad, afirmó, condiciona la soberanía de facto del territorio y posterga decisiones sobre movilidad, comercio y reconstrucción.

A su juicio, “esta es la mata de la incertidumbre total”. La única certeza, sostiene, es el intercambio de prisioneros: “Es lo único cierto. De ahí, todo en adelante está en la mente nebulosa de estos criminales de guerra”.

¿Plan de paz o tutela indefinida?

Para Guerrero, “hay que ver estos documentos internacionales con un gran beneficio de inventario […] porque toda la florescencia retórica generalmente esconde las peores intenciones”. El énfasis tecnocrático y la conducción externa replicarían —según dijo— experiencias fallidas como la de Irak, donde la importación de élites y estructuras dejó “un desastre” y enfrentó a las autoridades tradicionales.

La negativa explícita de Netanyahu a reconocer un Estado palestino abre, en este marco, un escenario de administración por capas: retiro parcial, fuerza internacional con mando político, “zonas de seguridad” y un horizonte de estatalidad sujeto a condiciones que no define la ciudadanía palestina.


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