¿Por qué venezolanos le temen más a la malaria que al covid-19?

Luz Martínez ha contraído malaria tres veces en Venezuela, la última cuando estaba embarazada de seis meses de su cuarta hija en un barrio pobre en el que esta enfermedad, también llamada paludismo, es más común que la covid-19. Vive en Los Montones, comunidad de calles polvorientas a las afueras de la ciudad de Barcelona (estado Anzoátegui, este), donde le temen más a este mal que a la pandemia de covid-19, que ha desbordado hospitales en este país sudamericano. "Aquí hay mucha plaga y se va mucho la luz. Gracias a Dios hemos tomado tratamiento", dice Martínez, de 30 años, acostumbrada a las nubes de mosquitos que suelen invadir su casa de piso de arena poco antes de caer la noche. Además de ella, dos de sus niños han sufrido malaria. "Hay paludismo bastante", añade esta mujer mientras amamanta a su pequeña, sietemesina, pues el parto se adelantó por su último contagio. Venezuela fue el primer país en erradicar el paludismo en 1961, pero ha visto en la última década una alarmante explosión de esta enfermedad transmitida por el mosquito anopheles. "Hay personas a las que le ha dado entre 15 y 20 veces paludismo", remarca Leonardo Vargas, activista comunal del sector, que participa en una jornada de búsqueda de casos organizada por la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) y autoridades locales.
"Jinete del Apocalipsis"

Casa por casa
Venezuela tenía para 2019 unos 400 focos activos en 17 de sus 24 estados, y acumulaba entonces 73% de las muertes por esta afección en el continente, señala Oletta. Para 2010, la mortalidad era de 3,9%. La pandemia de covid-19 empeora el cuadro, pues acapara los recursos humanos y financieros disponibles y los confinamientos reducen la capacidad de hacer diagnósticos y viajar a las regiones mas afectadas, añade el experto. MSF y el ministerio de Salud hacen operativos en comunidades como Los Montones para intentar reducir los casos. "Vamos casa por casa", explica Gustavo Liscano, promotor de MSF de 27 años, que abre camino a un equipo sanitario. Son ocho grupos que van puerta a puerta en Los Montones. Hacen pruebas de detección rápida si hay síntomas como fiebre, entregan medicamentos para tratar la enfermedad y donan mosquiteros con insecticida a diagnosticados y mujeres embarazadas. MSF asegura que estas medidas han sido exitosas en Anzoátegui. A Luz Misel y su bebé les mejoró la vida una malla que evita el paso de los mosquitos y que, según Olleta, el gobierno dejó de distribuir masivamente hace varios años. "A mí me dio paludismo hace un año, fue horrible, me dio fiebre, dolor de cabeza, tembladera...", recuerda la joven, temerosa por su bebé recién nacido, que antes de tener mosquitero amanecía con su cuerpito lleno de "rosetones" (erupciones) por las picaduras.NUESTRA RECOMENDACIÓN PARA TI
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