“Colombia no necesita misiles para enfrentar al narcotráfico”: presidente Petro a Trump

En el consejo de ministros televisado este miércoles, el presidente Gustavo Petro dio una respuesta a la reciente amenaza de Donald Trump contra Colombia y su Gobierno.
Respuesta del presidente Petro a nueva amenaza de Trump.
Foto: La respuesta a Trump pasó de la defensa de la política antidrogas de Colombia a proponer un nuevo marco de seguridad hemisférica, donde la lucha contra las mafias y la defensa del clima. / Presidencia de la República.

El presidente Gustavo Petro respondió este lunes, en un consejo de ministros transmitido al país, a las amenazas de Donald Trump contra Colombia, argumentando la producción de cocaína al interior del país. El mandatario acusó al presidente estadounidense de estar “muy desinformado de Colombia”, defendió con cifras la ofensiva antidrogas de su gobierno e invitó a Trump a visitar el país para ver cómo se destruyen laboratorios “cada 40 minutos” sin lanzar un solo misil.

El mandatario reconoció que en su entorno le recomendaron no polemizar, pero explicó que decidió hablarle directamente a la ciudadanía:

“He querido responder a Trump, todo el mundo me dice que no lo haga. Porque enredo más la piola, enredo más mi circunstancia. Pero yo creo que debo explicarle al pueblo qué pasa, cosas que pasan”.

La respuesta del Jefe de Estado se produjo después de que Trump hablara de “fábricas de cocaína” en Colombia y advirtiera que los países que producen o trafican droga hacia Estados Unidos podrían ser objeto de ataques militares. En ese contexto, el Presidente presentó un balance detallado de incautaciones y operaciones contra las mafias, además de defender la soberanía colombiana en el mar Caribe.

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“Trump es un hombre muy desinformado de Colombia”

El primer mensaje de Petro fue directo al diagnóstico que, según él, se construye en Estados Unidos sobre nuestro país. “Trump es un hombre muy desinformado de Colombia. Es una lástima porque desecha el país que más sabe de tráfico de cocaína. Parece que sus interlocutores lo engañan por completo”.

Desde allí, el Presidente pasó de inmediato a los datos concretos. En su intervención, recordó que, bajo su mandato, las Fuerzas Militares y de Policía han adelantado:

  • 1.446 combates en tierra contra estructuras mafiosas;
  • 13 bombardeos buscando a los jefes del narcotráfico, muchos de ellos –subrayó– “con inteligencia militar compartida”;
  • 2.700 toneladas de cocaína incautadas hasta el momento, con la proyección de acercarse a 4.000 toneladas al cierre de 2025 y con los meses de 2026 aún por delante.

“Así que vamos a aproximarnos a 4.000 toneladas. La mayor incautación de la historia del mundo. No hay un récord de estos atrás”.

El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, intervino para dimensionar el impacto en las calles de los países consumidores: esas toneladas equivalen “más o menos a unos 32.000 millones de dosis que no llegaron a las calles de los países consumidores”. El Presidente completó la idea con una imagen dirigida al público internacional: “32.000 millones de dosis que no llegaron a Estados Unidos y los países consumidores. Háganme el favor. Ustedes se miran como si no hubiéramos hecho nada. Y esto es en este gobierno”.

Con esas cifras, el Presidente contrapuso el relato de quienes sostienen, desde fuera, que Colombia “no está haciendo lo suficiente”; por el otro, el de un país que está alcanzando niveles históricos de incautación, reconocidos en informes recientes de Naciones Unidas sobre el mercado mundial de cocaína.

Del disparo de la coca con Duque al “0 % de crecimiento”

La respuesta del mandatario no se quedó en los números actuales: reconstruyó cómo estaba el mapa de la coca cuando él llegó a la Presidencia y qué cambió desde entonces. “Recibimos del gobierno de Duque el mayor número de hectáreas de hoja de coca de la historia de Colombia. Con tasas de crecimiento del 45 % anual”.

Además, identificó el año 2020 como punto de inflexión. Recordó que, tras la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos (PNIS) venía reduciendo de manera gradual las áreas sembradas, pero que esa línea se rompió cuando se desmontó la sustitución voluntaria y se privilegió la erradicación forzosa.

“(El año) 2020 es el punto de inflexión, a partir de ahí se disparó. Venía bajando con Santos. Pobre el acuerdo de paz con las FARC. […] Acabaron el PNIS. La sustitución voluntaria, que es capítulo del acuerdo de paz, no mío. Y tenía éxito. Y el tipo acabó con eso. Habló de erradicación forzosa. 130.000 hectáreas dicen que erradicaron en ese año. Y lo que aparece en los satélites son 10.000 hectáreas más”.

Cifró ese salto en 230.000 hectáreas de hoja de coca al final del gobierno Duque, la cifra más alta registrada en Colombia. Los reportes de la ONU sobre cultivos ilícitos confirman ese máximo histórico y el aumento sostenido en esos años.

Frente a ese punto de partida, el Presidente planteó un cambio de tendencia: “Para el 2025, con medición satelital hecha en agosto, los cultivos de hoja de coca dejaron de crecer. 0 % de crecer. Si la incautación aumenta al máximo histórico y los cultivos no crecen, simplemente comenzamos a poner en aprietos a la mafia que prefiere irse a Ecuador y Centroamérica”.

La apuesta del gobierno viene combinando incautaciones sin precedentes con la contención del área sembrada. El objetivo no es solo “contar hectáreas”, sino afectar la lógica económica del negocio, haciendo que a las mafias les resulte menos rentable producir desde Colombia.

Misiles en el Caribe y mar colombiano: soberanía frente a la amenaza

Otra parte central de la respuesta tuvo que ver con la forma en que se pretende combatir el narcotráfico desde el discurso de Trump: con misiles en el Caribe y la idea de “destruir fábricas de droga” desde el aire. El presidente Petro ubica el debate en dos dimensiones: la humana, al decir que “no es cierto que con misiles sobre lancheros se está luchando contra narcoterroristas. Cuando los lancheros son gente pobre”.

Por otro lado, la dimensión geográfica y jurídica: el Presidente cuestionó la noción de “mar internacional” en una región donde cada espacio tiene dueño: “Yo quiero aquí a la Cancillería que mire esto, nosotros tenemos fronteras de nuestro mar territorial con las islas que siguen, y los países de Centroamérica, ¿dónde hay mar internacional, ministro, en el Caribe? Donde se ponga y donde caiga un misil es el mar de alguien. Y la mayor parte de ese mar es colombiano, porque la Gran Colombia era la gran potencia caribeña, que lamentablemente se acabó”.

El presidente recordó que Colombia comparte fronteras de mar con Nicaragua, Jamaica, Haití, República Dominicana, las Antillas Holandesas, Panamá, entre otros países, y que el Caribe colombiano –junto al Pacífico y el río Amazonas– es estratégico para controlar el envío marítimo de cocaína hacia Estados Unidos, Europa, Australia y el Cono Sur.

En ese punto, el presidente desmontó la imagen de “fábricas” que inspiran bombardeos: “Trump habla de fábricas de cocaína. Las fábricas son rudimentarios invernaderos en medio de la selva. No se destruyen con misiles. Hemos destruido 18.000 laboratorios de esta calidad sin matar tampoco ninguna sola persona. No se necesita romper la soberanía de Colombia”.

El ministro Pedro Sánchez complementó la afirmación con un dato operativo: actualmente se destruyen 17 laboratorios al día, es decir, uno cada 40 minutos. La conclusión del Presidente fue que Colombia sí está enfrentando el narcotráfico en el terreno, pero con una lógica distinta a la de los misiles: operaciones terrestres, coordinación de inteligencia y control progresivo del territorio y del mar.

Del laboratorio al sistema financiero: un plan global contra el capital narco

El jefe de Estado también enfatizó en el corazón financiero del problema. Para el Jefe de Estado, la verdadera batalla no está solo en la selva ni en las lanchas, sino en los circuitos bancarios y empresariales donde terminan los recursos de la cocaína. "He solicitado un plan de lucha y persecución mundial a capitales y bienes de los narcos. No es indultándolos, no comparto esas decisiones. Negociar con narcos lo hace la justicia, no los gobiernos”.

Según el Presidente, “Los capitales de la cocaína ya no entran a Colombia. Están en el sistema financiero internacional, con coordinación de inteligencia policial los podemos incautar, los capitales mundiales en el sistema financiero”.

Su crítica se extiendió a la forma en que algunos grandes jefes del narcotráfico han negociado con la justicia estadounidense. Cuestionó que se restrinja la prohibición a no volver a enviar cocaína a Estados Unidos, sin impedir que los mismos capos regresen a Colombia para seguir controlando rutas, amenazar a líderes sociales y expandir el negocio hacia otros continentes: “No es positiva la cláusula de trato de la justicia estadounidense con los mafiosos, restringiendo a no entrar más cocaína a Estados Unidos, porque terminan regresando a Colombia a asesinar y exportar cocaína al resto del mundo”.

Desde esa perspectiva, el Presidente planteó que la política antidrogas debe pasar de ser una guerra territorial a una estrategia financiera global, capaz de identificar y golpear los capitales de la cocaína en paraísos fiscales, bancos y estructuras empresariales complejas.

Jóvenes, Caribe y puertos: el mapa actual de la cocaína

La declaración también incluyó un mapa actualizado de las rutas y de los puntos críticos del negocio. El Presidente insistió en que el foco ya no está solo en el Caribe: “Dado que el Caribe ya no es la principal ruta de la cocaína, sino el río Amazonas y el océano Pacífico […] La cocaína sale más por el Pacífico que por el Caribe. Sale más en flota mercante que en lancha. Las lanchas son sólo transportadores a los barcos. El control de puertos es fundamental y se necesita coordinación policial mundial y estadounidense”.

Eso lo llevó a proponer la lucha en tres frentes:

  • Un plan de inclusión juvenil en las islas y costas del Caribe que combine universidad, fibra óptica, alimentación y arte. El objetivo es quitarle a las mafias el control sobre jóvenes que, sin alternativas, quedan atrapados entre la falta de oportunidades y la economía ilegal.
  • Dado que la cocaína viaja cada vez más en flota mercante, el control aduanero y portuario se convierte en el punto neurálgico. Se trata de impedir que contenedores completos salgan de Colombia con cargamentos ocultos de droga, utilizando tecnología, cooperación internacional y depuración institucional.
  • Explicó que el país está construyendo embarcaciones y fragatas capaces de controlar tanto el mar Caribe como el Pacífico y los ríos estratégicos, incluido el Amazonas. Con apoyo de Estados Unidos, planteó que sería posible acelerar la producción nacional de naves de alta velocidad y fragatas portadoras de helicópteros, reforzando la presencia del Estado en los mares sin renunciar a la soberanía ni depender de acciones unilaterales.

En ese contexto, extendió una invitación al presidente de Estados Unidos: “Por eso ya no espero que me inviten a Washington, sino que Trump venga a Colombia a ver qué son laboratorios de cocaína, cómo se destruyen nueve al día, y cómo incautamos drogas por decenas de toneladas todos los días”. Las cifras reveladas por el ministro de defensa son de 17 laboratorios al día, uno cada 40 minutos.

La respuesta no es solo una frase política: es un desafío a mirar la realidad colombiana en el terreno, y no a partir de la caricatura de “fábricas” que se destruyen desde el aire.

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Venezuela, democracia y crisis climática: seguridad en clave de siglo XXI

En el último tramo de su intervención, el mandatario conectó la discusión con dos temas que han sido constantes en su agenda internacional: la situación de Venezuela y la crisis climática como principal desafío de seguridad.

Sobre Venezuela, el Presidente afirmó: “Dado que el Caribe ya no es la principal ruta de la cocaína, sino el río Amazonas y el océano Pacífico, pues el problema de Venezuela no es el narco, sino la falta de democracia, y la falta de democracia se soluciona con la participación del pueblo venezolano y sus fuerzas políticas sin exclusión”.

Recordó que durante dos años trabajó con la administración Biden en una salida pacífica que permitiera más democracia, una amnistía general y un gobierno de transición sin exclusiones, en lugar de optar por salidas violentas o invasiones que podrían incendiar el continente.

Finalmente el Presidente destacó que Colombia, Venezuela y Texas comparten la condición de productores de petróleo pesado y adviertió sobre los riesgos económicos si los precios se desploman mientras existen títulos financieros emitidos sobre esos crudos. Planteó que Sudamérica puede ayudar a transformar la matriz energética de Estados Unidos, enviando energías limpias desde el sur hacia el norte y que para consolidar el modelo se requieren inversiones del orden de 500.000 millones de dólares.

“No es un regalo, es un negocio mutuo. No genera heridos ni muertos, sino una alianza hacia la economía del futuro. Esto no se puede ver como hostilidad, sino como ciencia. […] Claro que considero, y por eso propongo esto, que el principal problema de seguridad de América es la crisis climática. Y es su solución lo que permite entendernos y no enfrentarnos”.

La respuesta a Trump pasó de la defensa de la política antidrogas de Colombia a proponer un nuevo marco de seguridad hemisférica, donde la lucha contra las mafias y la defensa del clima se aborden como problemas comunes, y no como pretexto para amenazas militares.


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